Uno de los avances más significativos de la Agenda 2030 con respecto a la Agenda 2015, donde el trabajo decente era una línea de trabajo, se encuentra en la inclusión de un objetivo 8 de trabajo decente con peso específico propio.
La idea del trabajo decente es, sin embargo, antigua, y lleva largo tiempo instalada en el centro de las políticas adoptadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Tres son los antecedentes más recientes que han conceptualizado la idea del trabajo decente tal como la conocemos en la actualidad:
1. Declaración relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo (1998): establece cuatro categorías de derechos universales, basadas en los 8 Convenios Fundamentales de la OIT:
• La eliminación del trabajo forzoso u obligatorio.
• La abolición del trabajo infantil.
• La eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación, y
• La libertad de asociación y la libertad sindical y el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva.
2. Declaración sobre la Justicia Social para una Globalización Equitativa (2008): pone en marcha la Agenda de Trabajo Decente a nivel país con el fin de propiciar políticas basadas en los objetivos del empleo, la protección social, el diálogo social y los derechos en el trabajo.
3. Pacto Mundial para el Empleo (2009): adoptado en junio de 2009 por la Organización Internacional del Trabajo, hace un llamamiento a sus Estados Miembros para poner las oportunidades del trabajo decente en el centro de las respuestas a la crisis.
Recientemente la OIT, para comprender y aportar respuestas eficaces a estos desafíos, ha lanzado la iniciativa sobre “El futuro del trabajo” y ha creado una unidad específica en la Oficina.
• Se estima en 3.000 millones el número de trabajadores y trabajadoras a nivel mundial.
• 900 millones de trabajadores viven con sus familias por debajo del umbral de pobreza de 2 USD al día. 319 millones lo hacen con ingresos por debajo de 1,25.
• Más de 200 millones de personas en todo el mundo no tienen empleo.
• Sólo el 27% de la población mundial puede acceder a una protección social adecuada.
• Alrededor de 2,3 millones de trabajadores pierden la vida al año por accidentes laborales.
• Las diferencias salariales por género se sitúan por encima del 20%.
• Las tasas de desempleo juvenil duplican en algunos países la tasa media de desempleo.
• La participación del factor trabajo en el Producto Interior Bruto en los países desarrollados, en los que existen datos, ha caído del 75% en 1970, al 65% en 2005, momentos previos a la crisis, y sigue cayendo